Egregor: Somos eternos como todo lo que muere.

 

Por: Verónica Mastachi

 

La Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico en oscuridad sostenida. Sus cuadros antiguos, su ambiente sombrío, el público atento. En el centro del recinto se define un escenario reflejante, con mamparas traslúcidas y una luz tenue que nos ayuda a no perdernos en el vacío que simula el ambiente creado para Egregor, un espectáculo transdisciplinario que las palabras no alcanzan a explicar ni describir con justicia. Aun así lo intentaré.



Conceptualmente, el Egregor es una creación colectiva que se materializa a través de las ideas de quienes lo producen para convertirse en una entidad cuasi autónoma. En nuestro día a día experimentamos varios tipos de Egregor, por lo que explicarlo desde mi punto de vista está de más. La forma en que Santiago Cumplido, el director de esta experiencia escénica única, lo aborda es clara pues define al Egregor como una abominación distópica de la cual pareciera no haber salida y es esa la pregunta que nos obliga a hacernos.


Cumplido define Egregor como “un grito poético y sensorial, un manifiesto. Una invocación que nos confronta con lo que estamos creando a través de nuestra dependencia tecnológica. Nuestro olvido. No es solo una obra: es un ritual del porvenir, una ceremonia donde el espectador no observa… Descubre que es él, el protagonista. Cada función es un acto de resistencia frente a la deshumanización normalizada. Aquí, lo efímero y lo sagrado se entrelazan.

Danza neoclásica y butoh, acrobacias de primer nivel, interpretación clown, ópera contemporánea, música electrónica original y en vivo con viola de gamba y violín hindú, elementos visuales que incluyen videomapping, láseres y luces LED hasta en el vestuario, el cual tengo que decir que me encantó porque parecía hecho de láminas de dulce y látex. Nada más imagínense todo lo que van a ver y vivir en Egregor… Como les decía: inexplicable y, al mismo tiempo, totalmente deseable e incluso necesario para iniciar el debate sobre el mundo en que vivimos, que es real y al mismo tiempo es virtual y estos dos no son lo mismo ni nosotros somos los mismos en cada uno.

El equipo creativo está integrado por Santiago Cumplido, quien además de ser el creador y director es también el compositor, Anayansi Díaz como asistente de dirección, Bibiana Mendoza a cargo de la producción ejecutiva, y Fernando González es el cerebro de la iluminación. La realización escénica es de Alberto Orozco. Moisés Regla Demaree de Medusa Lab es el ingeniero de video, y el vestuario es de Andrea Larios, Pamela Plaza y Ana Paula Lancaster.


La Danza Butoh se hace presente con la participación especial de
Vangeline (Nueva York) y Yaroslav Villafuerte. María Andrea Araujo es la cantante de ópera y actriz principal. La acrobacia de manos es impresionante y la presenta Caterina Albani (Guatemala). El acro clown es interpretado por Raúl Zamora. La danza neoclásica es de Fana Muñoz y Lorena Magaña. La danza neo-acro-urbana corre a cargo de Yan Carlos Ungaav (Cuba). La música barroca es de Mario Salinas y la electrónica de Yunue Itsi. La aparición holográfica la realiza Espartaco Martínez, y las voces en off son Dama G e Iazua Larios.


La temporada inició el 25 de septiembre y se extiende hasta el 19 de octubre de 2025 en la Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico. Los horarios son jueves a las 8 de la noche, viernes a las 8:30 de la noche, y habrá doble función los sábados y domingos a las 6 de la tarde y 7:30 de la noche. Los precios de los boletos van desde 650 pesos hasta 2,500 pesos, que incluye una Cata Oculta en Aula Magna. Se pueden adquirir en Ticketmaster y taquilla.

Visiten su página para más información: www.egregoroficial.com

Muchas gracias a Sandra Narváez por la invitación y facilidades para realizar esta reseña.



Una experiencia inolvidable que todos los amantes de las artes y la tecnología tenemos que experimentar.






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