Entre la miopía y la distopia
Luis Santillán
Eva Redondo, dramaturga española, escribe Cuidado con el perro, texto de mosaico donde
la violencia hacia las mujeres queda expuesta, distintos grados de ésta le
permiten desarrollar varias historias; el estreno de esta obra en México llega
bajo la dirección de Mahalat Sánchez.
La búsqueda de un perro es el inicio de la obra, a
partir de ese momento, el espectador recorre diferentes regiones para ver el
día a día de las agresiones que padecen las mujeres. El desarrollar las
historias con diferentes marcos geográficos le da a la autora la posibilidad de
generar un eco de las acciones para que el espectador entre en contacto con una
cruda realidad mundial.
La fuerza del texto radica en la cotidianidad con
la que inicia cada bloque, eso provoca una carga de identificación para sentir
como propia cada acción, cada consecuencia. Lo trivial, por momentos cómico, se
va desgarrando, ya sea por los juegos entre amigos, las condiciones de futuro
según la genitalidad, la incapacidad de comunicación; el final, en cada
segmento, provoca la sensación de puntos suspensivos, mismos que incrementan el
horror.
Mahalat Sánchez es hábil para construir la escena a partir de voces
narrativas, equilibra las imágenes construidas con palabras con aquellas que
crea en el espacio, coloca en la carga emotiva del elenco los matices para que
los sucesos convivan entre los bloques de acción y los que exponen contexto y
pensamientos.
La dirección de Sánchez
cuida las variantes rítmicas, las escenas pasan del estado eufórico provocado
por el alcohol a la tranquilidad arrullada por el líquido amniótico; del
silencio peligroso de calles desconocidas a la rigidez de un mundo que pondera
los cromosomas XY.
Del trabajo actoral destaca Estefanía Norato con
el personaje de una joven que es agredida en un espacio de confianza, que es
violentada y como reacción deambula por una ciudad que va a devorarla; en la
construcción del personaje queda plasmado el deseo de integrarse a un grupo
social, el desconcierto que deriva de dinámicas viciadas desde la normalización
de la violencia.
El trabajo de Ana
Lucía Ramírez destaca al crear el
personaje que sueña, que imagina, que espera el desarrollo pleno de una vida, y
todo ocurre desde un espacio sin tiempo; provoca un estado magnético gracias a
la apropiación del espacio ficcional.
Una cosa que llama la atención, que la dirección no
logra remediar, es el tono de sentencia que poseen los personajes, la
repetición del tono trágico generado más por contexto que por desarrollo; el
momento de violencia ocurre porque así lo tiene trazado la dramaturga, ningún
personaje podrá salvarse porque se han convertido en depositarios de un
discurso y no en quienes habitan dinámicas normalizadas, si alguno de ellos
tuviera la oportunidad de ser consciente la carga de sus acciones sería brutal.
Cuidado con el perro es una obra que abona a la reflexión, pero sobre
todo es una oportunidad para ahondar en la exposición de conductas violentas
que es urgente modificar porque sus personajes habitan universos que deberían
estar solo en historias de horror y no en las historias del cotidiano.
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