Bare Knuckle

Sosa y Carmona, el mundo en las manos


 Una tarde de agosto en la ciudad de Puebla llegaron al escenario de la Muestra Estatal de Teatro, dos actores ¿sus nombres?: Israel Sosa y Salvador Carmona, amigos y compañeros que en aquella función entregarían todo en medio de los nervios y la emoción para descubrirnos un trabajo capaz de noquear a cualquiera: Bare Knuckle.

Aquella presentación no fue el principio. Bare Knuckle era (y es) parte del trabajo de la Compañía Caracoles Teatro, agrupación de Puebla, integrada desde hace cuatro años por actrices y actores que  se desarrollan  entre su estado y la CDMX.

 

En su ciudad, Caracoles ha participado en Microteatro y ha montado textos de autores como David Gaitán (Historias debajo de la mesa) y Destruyendo Castillos; no conozco sus trabajos anteriores, pero Bare Knuckle se ha convertido en una sólida carta de presentación. En estos días la podemos ver en la Ciudad de México, calentando motores para presentarse el mes que entra en la 38 Muestra Nacional de Teatro en León Guanajuato, fue seleccionada por convocatoria. 

 

Bare Knuckle es la historia de El Chaparro y El Güero, hermanos llenos de sueños y complicidad que encuentran en las peleas clandestinas de box la solución a sus aspiraciones para llegar a los grandes rings del mundo. En su camino olvidan un detalle: ellos, los hermanos que comparten un cuarto y a los que les gustan las tortas de huevo son más buenos que el pan y la mafia se los cobrará.


 

Escrita por Israel Sosa el texto es redondo y claro. En su estructura dramática el autor establece efectivamente el universo de los protagonistas, su mundo -de origen -está integrado por su casa y sus padres, después aparecerán las contrapartes. Es sencillo reconocer a los personajes y reconocerse así mismo ¿quién no ha sido cómplice de un hermano o de un amigo? La pluma de Sosa es cercana y si “toda palabra intenta influir en los demás” (como escribiría Alex Mucchielli en su libro  El Arte de Influir), Sosa lo logra. 

 

El texto llegó a las manos de los directores Jesús Rojas y Rafael Balderas, quienes se dieron a la tarea de discutir, crear y compartir el mundo de los personajes con los actores. El proceso resultó en una puesta en escena lograda y conmovedora.

 

El escenario está delimitado por cuatro luces en el piso y está habitado por dos sacos de box y dos actores, quienes conjuntan la técnica y sus herramientas. Después de la tercera llamada bastan unos minutos para encarrilarse en el relato construido con la voz y el  cuerpo.

 

Actores y espectadores comparten espacios como la recámara de los hermanos, situaciones límite como una persecución, momentos románticos y a casi una decena de personajes entre los que se encuentran la mamá, el papá, el amigo el Chino y hasta un cadenero con cara de perrito bebé. 

 

La puesta está conformada por coreografías (a cargo del mismo Salvador Carmona), donde se integran los personajes y los sacos de box sin problema, y que nos dejan imaginar entre telones un trabajo constante y minucioso. Además, en el montaje se reconoce la buena comunicación de los integrantes del equipo y se puede suponer su generosidad para darle vida. 

 

Yo espero que lleguen muy lejos y que el arranque de Bare Knuckle no se detenga. Quiero ver más de la dramaturgia de Sosa y nuevas creaciones de la Caracoles Teatro, por ahora empiezan a tener el mundo en las manos compartámoslo con ellos. 

 

Realizado por Carmen Zavaleta.

 

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