Un perro es una lealtad a muerte en busca de una causa

 

Por Verónica Mastachi

 

Los perros que salvaron mi vida es un unipersonal a cargo de Alan Blasco en dramaturgia y actuación, dirigido por Estefanía Norato y Abigail Pulido, que se estrenó el 22 de noviembre con un recibimiento sin igual porque el foro de El Círculo Teatral estaba abarrotado e incluso había espectadores de cuatro patitas.

Fotografías otorgadas por producción


Este monólogo nos cuenta la historia de Rufo y su dueño Aarón, a quienes la vida juntó para lograr un milagro. Y es que así sucede cada que un perrito, o una mascota, se encuentra con su acompañante humano. No sabemos bien por qué, pero a la larga eso es lo de menos. Estos maravillosos seres de luz llegan a nosotros con un propósito divino, el cual sólo los necios tendrán ganas de cuestionar.

Rufo es un perrito muy especial que está profundamente conectado con Aarón, quien durante el momento que nos adentramos en su mundo está atravesando por situaciones muy difíciles.

Y es que la vida de un actor no es nada sencilla, pero Rufo puede con eso y con mucho más, que, por supuesto no les contaré, pero sí voy a decirles que yo he escuchado historias verdaderas muy parecidas a la misión que este gran perruno cumple a la perfección.

La escenografía es de Edgar Mora, y crea un ambiente orgánico a través de elementos minimalistas que sirven de plataforma para todo lo que Rufo puede hacer. Y la música original, que es hermosa y tenemos el privilegio de escuchar en vivo, es de Ana Tiaré.

Como bien lo dicen en la obra, “la vida siempre cambia en pequeños instantes”, así que aprovechen la oportunidad de ir a este último fin de semana que Los perros que salvaron mi vida se encontrará en cartelera, porque estoy segura de que esta historia les va a ayudar a modificar su enfoque vital y verán a sus mascotas de otra manera.

La función que cierra la temporada es este sábado 13 de diciembre a las 7 de la noche y los boletos se pueden adquirir directamente en El Círculo Teatral y también en Boletópolis.

Gracias a Sandra Narváez por la invitación y las facilidades para la realización de esta reseña.

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