La niña, la barca y el canario

 

Por Carmen Zavaleta 



Cuando se leen los nombres de la dramaturga Maribel Carrasco y del director Mauricio García Lozano juntos en una puesta en escena se puede imaginar que lo que se verá será poético, sensible y crudo, lo más probable es que nos enfrentemos a un viaje entre los anhelos de la humanidad huyendo de la barbarie y una buena propuesta estética que apelará a la imaginación; justo así se vive La niña, la barca y el canario producción de Tercera Llamada y que actualmente se presenta en el Foro Lucerna.

Fotografías: Dzilam Méndez.

Protagonizada por Verónica Langer, María Penella y Patricia Loranca, la obra relata la travesía de una niña y su canario a través del mar, ambos huyen de la guerra, su casa ha sido destruida y con ella su familia; entre los escombros inician un viaje buscando una nueva tierra, una que imaginan mejor.

Ante la actual situación política, el genocidio, la caza de migrantes y la violencia, el texto cae como anillo al dedo, no solamente al abordar las consecuencias de los conflictos armados, sobre todo porque les pone cara: la de una niña y su mascota, quienes encarnan lo frágil y la inocencia fracturada. Si algo queda claro en el montaje es que la niñez y la naturaleza -así como la humanidad- necesitan  a toda costa una  esperanza para sobrevivir. Sin duda el texto es el resultado del ojo crítico de Carrasco quien siempre se dirige a las jóvenes audiencias desde la inteligencia y lo real del mundo en el que la crudeza acompaña los pasos de sus protagonistas.


Para contar la historia la dirección toma decisiones estéticas arriesgadas que dan excelentes resultados escénicos. La acción se desarrolla dentro de una superficie rectangular en la que se observan maletas y escombros de lo que fue un poblado (cualquiera en el mundo). Los objetos dan la idea de estar ante una zona de desastre, es ahí donde el Diseño de escenografía de Jorge Ballina y el Diseño de iluminación de Ingrid Sac hacen magia y transforman el escenario en un trozo de mar. 

Parte fundamental de este efecto es el agua que se integra al montaje, un elemento que necesariamente pone en alerta a las actrices quienes enfrentan la dificultad de caminar en una superficie mojada manteniéndose todo el tiempo presente. Verónica Langer,  María Penella y Patricia Loranca, construyen la historia de manera precisa, se trata de un elenco seguro y sólido que da gusto ver; revisando la trayectoria de Mauricio García Lozano con esta propuesta enfrenta el riesgo de un nuevo elemento en su escena y cuenta con el equipo preciso para hacerlo, bravo. 

El trabajo de Ballina y Sac construyen las diversas atmósferas por las que transitan la niña y su canario desde la calma, pasando por la tormenta y llegando a la oscuridad. La dirección materializa la poesía del texto en imágenes concretas en las que navegan las protagonistas y el público. 

Actoralmente Patricia Loranca como la Niña y María Penella como el Canario crean personajes entrañables que se contraponen. Lo interesante es que son fieles a su naturaleza en medio de la lucha por sobrevivir, ninguno es la bondad andando; son una gama de contradicciones que van de la compañía al amor, de la complicidad al hartazgo, de la lucha por la comida al canto.


Parte muy importante de estos contrastes es el trabajo corporal de Vivian Cruz pues cada una trabaja un movimiento particular que las define. María Penella como el Canario (ataviado por la acertada peluquería de Maricela Estrada) captura la esencia brillante y veloz del ave; Patricia Loranca representa a una niñez que ante la adversidad no pierde la inocencia y Verónica Langer como la abuela es una narradora, la voz de los antepasados que constantemente inyecta la necesidad de seguir adelante y no vencerse. El vestuario de Jerildy Bosch las dota de un espíritu atemporal que puede habitar cualquier parte del mundo; mientras que la composición musical de Nicolás García Lieberman acentúa los momentos decisivos del relato. 

En suma La niña, la barca y el canario es una apuesta poética y sensible que pone ante el público la necesidad de mirar de frente  la migración forzada de las infancias, el miedo y la injusticia, deja claro que  las dificultades nunca terminan  pero la lucha por la esperanza sigue. 

Fotografías: Dzilam Méndez.


La niña, la barca y el canario  de
Maribel Carrasco. Dirección: Mauricio García Lozano. Con Verónica Langer, María Penella, Patricia Loranca. Foro Lucerna, Lucerna 64, col. Juárez, CDMX. Viernes 20:30 h; sábados 19:15 h y domingos 18:15 h. Familiar. Boletos en las taquillas del teatro o Ticketmaster. Hasta el 14 de septiembre. 75 min. 

 

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