Arte

 Por Carmen Zavaleta 

 

Fue en 1997 cuando la dramaturga francesa Yazmina Reza (París, 1959), nos sorprendía como autora de la obra Arte, un texto audaz que cuestiona el valor de las obras consideradas artísticas y la amistad masculina, este último un tema muy poco explorado en esos días. Veintiocho años después -toda una generación- la obra regresa al escenario de la CDMX para verificarse, despertar algunos ánimos nostálgicos y deja ver que la amistad masculina y nuestro concepto del arte sigue poniéndonos en vilo. 



Un poco de memoria escénica: el montaje del 97 fue dirigido por Mario Espinosa y protagonizado por Claudio Obregón, Rafael Sánchez Navarro y Héctor Bonilla quienes exploraban con humor ácido las relaciones entre hombres y su forma de mirar el mundo, aquel fue un montaje brillante que aún habita en quienes la vimos; hoy la obra es presentada por Toca, Kupfer Producciones y Makken quienes tenían el desafío de darle vida nuevamente, no igual a aquella porque cada montaje es único en sí mismo. 


En la puesta que nos ocupa la dirección es de
Cristian Magaloni quien capta el punto medular de la historia planteada por la autora y trabaja acertadamente  con Fernando Bonilla, Mauricio Isaac y Alfonso Borbolla, quienes obtienen buenos resultados en la escena porque se escuchan y acompañan durante la representación.

En la anécdota Sergio es un exitoso y estable profesionista que un día decide gastar una cantidad exorbitante en una pintura realizada por Antrió, un artista contemporáneo. El cuadro es una obra de arte en blanco que de inmediato provoca reacciones en sus amigos de toda la vida Marco e Iván, al grado de poner entre dicho su relación.

Lo interesante de la obra es el enfrentamiento entre los personajes por sus distintos puntos de vista sobre el cuadro; gradualmente la discusión deja al descubierto los verdaderos reclamos entre los amigos, lo que convierte sus encuentros en radiografías sobre miedos, celos y competencias masculinas, y muestra lo aparentemente frágil pero poderosa que es la amistad cuando se superan los conflictos. Cristian Magaloni lo sabe y potencia a los protagonistas mostrándonos de manera efectiva su universo personal en el que el amor con sus parejas mujeres y los fracasos definen buena parte de su identidad. 


Durante la representación los actores integran un buen equipo y conjugan sus personalidades y energía escénica; por ejemplo, Alfonso Borbolla como Iván construye a un personaje en apariencia débil que es capaz de poner en su lugar a sus compañeros con su pura lealtad; el buen conocimiento que el actor tiene de la comedia marca en buena medida el ritmo de la puesta. Mauricio Isaac como Sergio es el hombre que inevitablemente se enfrenta al cambio y cuyos intereses dejan de lado a sus colegas; el actor es quien propicia el equilibrio en el equipo. Fernando Bonilla como Marco encarna la desazón de quien ve cambiar a sus amigos y teme perderlos, en su interpretación tiene momentos en los que explota pero el trabajo con sus compañeros lo nivela.

La escenografía de Jorge Ballina y el diseño de Iluminación de Emilo Zurita, proponen los espacios de la acción en un escenario giratorio en el que se ubican las casas de los tres protagonistas. Las texturas de las paredes y los diversos ambientes reflejan su intimidad de manera sutil y efectiva y sintetizan sus personalidades con algunos objetos como dos pinturas de un bodegón y un paisaje que pertenecen a Marco e Iván. En sí mismas la escenografía e iluminación se conjugan al estilo de un boceto de arte contemporáneo (atravesado por una columna y  dos trapecios de luz en las partes superior e inferior de la escena); el diseño es consecuente con la trama. 


Es importante mencionar que la adaptación de Alejandro Bracho nos acerca a personajes reconocibles y lógicos quienes mantienen sus distintos objetivos durante el transcurso de la puesta; los elementos en conjunto resultan en un trabajo escénico sólido. Una cosa más, en la función que presencié antes de la tercera llamada Cristian Magaloni recorría el teatro revisando los detalles de la obra, fue claro que es un director que cuida su montaje lo que se nota durante la concepción y representación. 

 

Arte pone en evidencia cómo un objeto cuestiona nuestra concepción sobre el valor del mundo, el monetario y el intangible y también nos plantea una idea arrebatadora, ¿qué perdemos cuándo perdemos a nuestros amigos?

 

Fotos: Charlie Duchanoy


Arte de Yasmina Reza. Adaptación Alejandro Bracho. Dirección Cristian Magaloni. Con Fernando Bonilla, Mauricio Isaac y Alfonso Borbolla. Diseño de  Escenografía Jorge Ballina. Diseño de  Iluminación Emilio ZuritaNuevo Teatro Libanés. Barranca del Muerto esquina con Minerva, colonia Crédito Constructor. Localidades en taquilla y Ticketmaster. Boletos desde $495 hasta $798 en plataforma. Adolescentes y adultos. Duración 90 min. 

 

 

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