EntreActo
POR: Carmen Zavaleta
Una mirada, un cuerpo de
mujer, la maternidad, la incertidumbre, son temas que se desarrollan en la
puesta en escena Trigal de luciérnagas, dirigido por Alicia Martínez
Alvarez.
El montaje es el examen de
término de las Licenciaturas de Actuación y Escenografía de la
Escuela Nacional de Arte Teatral; francamente pocas veces se ve un trabajo
académico con el rigor y la proyección de esta obra.
Es notable que el grupo
trabajó arduamente durante el proceso de formación para abordar el trabajo de
máscara, voz y corporal que técnicamente son precisos y van en desarrollo;
además de la construcción de la cosmogonía que sostiene la trama.
El sentido ritual de la
puesta en escena es el motor: las actrices y el actor inician la función en un
círculo en el que se observan, se comunican con la voz y el gesto, establecen
su ritmo, se y nos preparan.
La construcción de los
personajes combina la sensibilidad, el juego, la energía, la plástica y lo
onírico.
En sus temas, la obra está
permeada por la naturaleza femenina, los cuerpos y su capacidad de dar vida y
vivir, la trata de personas y la corrupción.
Es inadmisible: las mujeres
estamos al borde del riesgo y la violencia; es ley y natural: las
mujeres tenemos derecho a la
esperanza, la dirección lo sabe y lo integra en la obra, a través de un parto
en una de las escenas más memorables del trabajo en el que surge un cordón
umbilical que nos salva como espectadores y como personas, gracias. La obra
termina el 21 de agosto en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes,
es necesario que vuelva a nuestra cartelera.
Una Obra como pocas, en la que se disfruta desde la escenografía y la pureza de las y los actores, muy recomendable para quienes gustan del buen teatro
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