LA VELOCIDAD DEL OTOÑO

  Teatro con ojos de leona

POR: Conchi León

Hay artistas que son indispensables en la escena mexicana, de esas que tienes que ver, aunque sea una vez en tu vida. Susana Alexander, es una de ellas. Su presencia es un volcán, energía pura desatada. Cuesta creer que tenga ochenta años, cuesta creer que decide decir adiós a los escenarios, cuesta creer que quienes la vimos en su última obra, sabemos que estamos viendo algo que será parte de la historia. Con “La velocidad el otoño” Susana se despide, elige este texto de dos actores, y un árbol, su árbol. Quienes hemos visto envejecer a nuestras madres, aquejadas por el dolor, la desmemoria y la terquedad, reconocemos, gozamos, y sufrimos muchos momentos de la obra. Esa -casi-indefensa anciana, amenaza con volarlo todo, ha diseñado bombas caseras y está dispuesta a encenderlas si insisten en llevarla a un asilo. Ella ama su soledad, sus libros, su tiempo, no quiere ser una niña mangoneada por sus hijos, no sucumbe a sus chantajes. Su lucidez la empodera, no quiere negociar; quiere su libertad. Uno de sus hijos, el que ha estado lejos por años, el niño hiper sensible, complejo, “diferente”, homosexual, es el último recurso para sacarla del departamento. Pero en realidad es la madre, quien, al fortuito encuentro, logra sacar del hijo muchas verdades. ¿Se equivocó como madre? ¡sin duda! ¿Él se equivocó como hijo? ¡muchas veces! Y en esos errores y reclamos, es que vuelven a encontrarse y abrazar el hilo de la sangre que no se rompe nunca.

Fotografía otorgada por: Manojo de ideas

El hijo, maravillosamente interpretado por Fernando Canek, logra el equilibrio necesario para que la obra nos conmueva y nos divierta sin grandes aspavientos ni vericuetos. Vale mencionar, que a veces, cuando un actor comparte escena con los actores emblemáticos del teatro mexicano, puede caer en la “competencia”, en el deseo de ser reconocido también, en el aplauso que los histriones se han ganado en todos los años que se han plantado en el escenario. Esto no pasa con Fernando, él acompaña a Susana sin competir, pero también sin borrarse, hace un trabajo justo y equilibrado, tanto, que se agradece. Confieso que oculté algunas lágrimas, el adiós de la madre, es una herida que no sana jamás, y el teatro tiene la enorme virtud de acariciar la herida y convocar la nostalgia.

Fotografía otorgada por: Manojo de ideas

Al final de la obra, Susana Alexander, quien nos ha hecho saber que con esta obra se retira, regala libros de su biblioteca personal al público. Sabemos que Susana es una ávida lectora, por eso es impresionante que regale poco a poco, parte de su biblioteca. Sin duda estamos ante un adiós. ¿Cuánta valentía se requiere para despedirse del camino que hemos construido toda la vida? Para decir adiós a las historias y a la escena. Susana empieza un lento mutis, y va dejando sus libros como huellas de su paso por la vida. Una mujer generosa en todo sentido. No dejen de ver “La velocidad del otoño”, despidamos con un gran aplauso a esta mujer de teatro. Le quedan tres semanas en cartelera antes de iniciar su gira.

Teatro Rafael Solana.                       

Del 17 de febrero al 26 de mayo de 2024.

Dramaturgia: Eric Coble.                                  

Dirección: Susana Alexander.

Elenco: Susana Alexander y Fernando Canek.

Una historia sobre la vejez y las relaciones entre padres e hijos cuando se acerca la muerte.

Horario: sábado 17:00 y 19:00 horas, domingo 18:00 horas.

Duración aproximada: 90 minutos.                       

Clasificación: A partir de 15 años.




 

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