EntreActo
Carmen Zavaleta
Paula
Watson y Luis Eduardo Yee trabajan mano a mano en la dirección de la puesta en escena Ricitos de oro no habla alemán, trabajo
que aborda acertadamente las relaciones de pareja, las pérdidas y la búsqueda
-casi eterna- de la felicidad entre dos.
Escrita por Watson la puesta
se presentó por primera vez en el 2021 en una casa particular; la obra realiza
una nueva temporada en el sótano del Teatro
Julio Castillo planteando un interesante recorrido en el que el texto dramático y el
espacio se amalgaman sólidamente.
Al iniciar la función lo primero que se ve en el escenario es un oso
cantando en alemán con un acordeón, posiblemente una de las imágenes más
surrealistas que se puedan observar, por aquello de expresar el funcionamiento
del pensamiento en ausencia de la razón; la simple presencia del oso ya es una
provocación y más cuando invita a acompañarlo al sótano del teatro.
¡Y ya está!, el concepto escénico de Mauricio Ascencio y el diseño sonoro de Joaquín
Martínez y Emiliano López transforman al sótano en un lugar lleno de atmósferas, sonidos,
recovecos y cuartos que conviene observar y escuchar con detenimiento: entre
las sombras se descubre a una familia de osos en medio del bosque, cada
uno martilla, corta la madera o simplemente descansa, cada uno vive su osa vida
al margen de la gente que va entrando a su espacio.
Poco después vemos a Ricitos de oro, una mujer que nos confiesa que su
búsqueda por pertenecer a un lugar la ha llevado a dormir en muchas camas sin
descansar jamás; a partir de esta poderosa verdad se desarrolla la historia de
amor y separación entre los protagonistas.
La dramaturgia nos relata cómo ella y él se conocen, se enamoran y se
hartan de su presencia a través de episodios reconocibles y en los que más de
uno se refleja, entre ellos la compra y pérdida de una cajetilla de cigarros,
el corte de la luz por falta de pago, las innumerables plantas y hormigas en la
casa, la pérdida de los espacios privados dentro de la relación. Watson tiene el
tino de hablar de lo que se conoce, de lo cotidiano, de lo que alegra o duele
en el día a día, el resultado es la inevitable empatía con los
personajes.
A través del concepto escénico, la dirección decide explorar los
espacios y como si se tratara de una casa de muñecas se descubren los cuartos
que la conforman: la sala, la recámara, el comedor, cada uno con su propia
atmósfera son parte de un hogar condenado a la destrucción.
Sin duda, uno de los motores es el juego que caracteriza la propuesta de
movimiento y la relación entre los personajes, porque para formar una pareja se
necesita que ambas partes estén dispuestas a apostar y a negociar. Lo lúdico
alcanza su máxima expresión con mamá, papá e hijo oso, los verdaderos dueños
del lugar; una familia que se sienta a ver la televisión, que come su sopa o
descansan al mismo tiempo que la pareja transita su relación. Los osos no sólo
son estos animales humanizados del cuento, también pueden ser viejos espíritus,
aquellos que permanecen en los lugares y que observan pasar a la humanidad y su
necedad, los que protegen y son salvajes, por mucha avena servida en plato que
coman.
Uno de los momentos más ricos de la obra es cuando los protagonistas se
encuentran con sus versiones del pasado que los acompañan en el presente en una
espléndida metáfora del desasosiego porque muchas veces se deja de lado el hoy
para anhelar aquello que se tuvo o que se tendrá.
Una cosa importante, cuando asista a verla es recomendable que tome un
lugar en las butacas posteriores pues en la parte frontal hay un pilar que impide
la visión completa de las escenas.
Ricitos de
oro no habla alemán parte del cuento escrito por Robert Southey y va más allá, nos ofrece
un teatro contemporáneo de calidad que explora el imprescindible derecho de
encontrarse a sí misma y a su hogar.
Ricitos de
oro no habla alemán, de Paula Watson. Dirección: Paula Watson y Luis Eduardo Yee. Elenco: Luis Ra
Acosta, Leonardo Barragán, Emiliano Cassigoli, Ayla Rodríguez, Paula Watson y
Luis Eduardo Yee. Concepto Escénico y vestuario: Mauricio
Ascencio.
Producción ejecutiva: Yuly
Moscosa.
Asistente de dirección: Ayla
Rodríguez.
Asistencia de producción ejecutiva: Fernanda
Árcega.
Diseño sonoro: Joaquín
Martínez y Emiliano López. Crédito
de las fotos: Grupo
Temporales.
Sótano del
Teatro Julio Castillo (Centro Cultural del Bosque Reforma y
Campo Marte), Hasta el 11 de diciembre. Lun y mar 20 h, 15+, 90 min. Suspende 7
y 20 de noviembre, repone miércoles 22 de noviembre, 20 h. Localidades $150.
Boletos en taquilla y Ticketmaster.
En escena… Este domingo termina la temporada de Fotografía de tres muchachas, de Verónica Olmedo, Mónica Jiménez y Mahalat Sánchez bajo la dirección de Ximena Sánchez de la Cruz y la propia Mahalat. La obra es una carta de amor al teatro y la vocación de tres actrices quienes a través de diversos cuadros comparten episodios de su vida, sus anhelos, los sueños que tenían al iniciar sus carreras y los sueños que no lograron realizar. Es un trabajo sincero en el que cada una apuesta por las mujeres que son hoy. La función es en la Sala del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte) a las 18 h, 80 min, 15 +. Localidades $80. Boletos en taquilla y Ticketmaster.
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