LA ENTRAÑABLE LECCIÓN DE ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ Y LA DIVERSIDAD DE NUESTROS ESCENARIOS

 EntreActo

POR Carmen Zavaleta 


Regio, fuerte, entrañable y diverso así ha sido el movimiento teatral de las últimas semanas en nuestra ciudad y es que el reencuentro ya era necesario. La ola inició con la entrega de los premios ACPT el 29 de octubre, el pasado 24 de noviembre los Metro subieron el telón después de dos años de ausencia obligada, ambas reunieron a parte de la comunidad escénica frente a frente y ambas con objetivos muy específicos: reconocer y difundir el teatro entre el público. Celebro que se realicen, celebro que se discutan, ambos tienen su propia identidad, lineamientos y dinámicas. Lo que comparten es que son el resultado de un trabajo arduo por parte de los organizadores, integrantes, críticos y jurados que ponen el ojo en posicionar nuestro hecho teatral más allá de la comunidad, llegando al público y patrocinadores en un engranaje fundamental para dotar al teatro de mecanismos reforzados (un trabajo constante y difícil que merece todo el reconocimiento), que le permitan llegar a un número mayor de personas.


Todavía en este eco, el 25 de noviembre inició la 41 Muestra Nacional de Teatro, que se llevará a cabo en Morelos y la CDMX hasta el 4 de diciembre próximo, encuentro anual que nos permite reflexionar, reconocer y conocer el teatro de diversas latitudes. Este año el programa de la MNT considera 34 puestas en escena y 11 creaciones escénico digitales que dan cuenta de la exploración que los artistas realizaron durante la pandemia. No quiero dejar de comentar que durante sus primeras horas de vida la 41 MNT nos dio uno de los momentos más entrañables con la entrega de la Medalla Xavier Villaurrutia a la maestra Alicia Martínez Álvarez, especialista en el teatro de máscaras quien con su discurso puso sobre la mesa lo fundamental del teatro: el trabajo en equipo, lo amoroso, poético, difícil y pasional que es y que involucra a creadores, técnicos, administrativos, el buen trabajo de funcionarios, esfuerzos independientes y toda la gente que es necesaria para que el teatro exista; de pasada nos recordó que la escena teatral incluye a muchos encuentros y teatros más al mencionar la actual temporada de su obra Caballo blanco, en el Teatro Sergio Magaña que -por cierto- termina temporada este fin de semana. Que las palabras de la maestra se queden en nuestra memoria y las recordemos (buena falta hace), son una lección de la vida y de la manera en que miramos al mundo teatral, con ella el teatro habitó su más amplio sentido de equipo y colaboración. 


                                                         Fotografía: Raúl Ramírez "Kigra"


Blue Room, los caminos de la sexualidad

Y a la par el movimiento de la cartelera en la ciudad no se detiene. Levantó el telón “Blue room original de David Hare, dirigida por Diego del Río, con la traducción de Paula Zelaya y la adaptación de Anacarsis  Ramos

Zuria Vega, Naian González Norvind, Pierre Louis y Alfredo Gatica son los encargados de dar vida a diez personajes que se relacionan a partir de sus encuentros sexuales. Los actores y las actrices alternan funciones por parejas y en diversos cuadros nos relatan los encuentros que establecen una prostituta con un taxista, un taxista con una niñera, ella con un estudiante, él con una mujer casada, la casada con un político; el político con una modelo, ella con un dramaturgo, él con una actriz, la actriz con un aristócrata y el aristócrata con una prostituta. 





La función que presencié estuvo a cargo de Zuria Vega y Pierre Louis, quienes realizan un trabajo acertado al interpretar a sus personajes en un tono realista, sin aspavientos y accionando a partir de las circunstancias que atraviesan, las decisiones de sus personajes responden a los momentos específicos que cada una y uno atraviesan. La seducción, el rechazo, los excesos, las drogas, el dolor, la ilusión y la separación se definen a través del sexo; la poderosa moneda de cambio que es capaz de involucrar corporalmente a dos seres humanos que llegan a rebasar sus propios límites. 

Vega y Louis, están dispuestos a arriesgarse y el director Diego del Río también, es grato ver que a aborda un tema que refresca su trabajo. Las escenas transcurren en una sola escenografía giratoria, diseñada por Jorge Ballina, que cambia de posición de acuerdo a cada momento del relato, la idea es buena, sin embargo; la solución se agota rápidamente. Siempre las escenas de sexo son arriesgadas estéticamente y suponen un reto sobre todo en una obra como esta que se desarrolla en un mismo espacio y en un tono cotidiano, Del Río lo resuelve de manera efectiva.

En la escena también podemos ver el trabajo de Andrés Penella, quien acompaña musicalmente a los actores y hace las veces de narrador, estableciendo la atmósfera de cada uno de los encuentros. Paula Zelaya mantiene el sentido del texto y logra llegara los espectadores más jóvenes sin problema. Finalmente la adaptación de Anacarsis Ramos no brinda nuevos elementos, integra escenas en un tono aleccionador sobre el texto, el sexo y la manera en que nos relacionamos hoy en día, lo que no es necesario pues la obra y la solución de la dirección  hablan por sí mismas. 

Blue Room

de David Hare

Dirección: Diego del Río

Traducción: Paula Zelaya

Adaptación: Anacarsis  Ramos

Escenografía Jorge Ballina

Alternan funciones: Zuria Vega, Naian González Norvind, Pierre Louis y Alfredo Gatica

Música en vivo: Andrés Penella

Teatro Virgina Fábregas, Velázquez de León 29, colonia San Rafael.

Viernes 20 h, sábado 17 h y 19:30 h y domingo 18 h 

Boletos en Ticketmaster

Duración: 150 minutos 

Adolescentes y adultos

 


Comentarios