EntreActo
Por Carmen Zavaleta
Llevo varios días pensando en “Pollito” la
puesta en escena co producida por la Compañía
Nacional de Teatro
y el Centro Cultural Helénico, las razones son varias: la pluma de
su autora Talia Yael, su sutil y contundente manera de
exponer la violencia de género, la aguda dirección de Micaela Gramajo y la innegable apertura de la Compañía
Nacional a
lenguajes escénicos y colaboraciones que -¡por fin!- nos permiten reconocer a
la institución como un espacio cercano.
Y es que durante años la Compañía Nacional se vivió alejada, sí con un trabajo impecable en términos de producción pero que
solamente le hablaba a algunos, con temas y formas que no alcanzaban a dialogar
con el público y que quedaban como piezas de mostrador. Con “Pollito” el
panorama cambia: la obra ganadora del Premio
Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo Trejo 2019, aborda temas que tocan nuestro
cotidiano, son tangibles, reconocibles y que podemos identificarnos
directamente con ellos; francamente para regresar a la actividad teatral
presencial no se me ocurre una mejor opción.
Talia Yael,
nos presenta a “Pollito” hija única de un matrimonio, la niña no
recibe un nombre porque su madre no lo considera necesario. Pronto el padre
abandona a la familia, convirtiendo la vida de la protagonista en una carrera
por salvarse de la violencia en su hogar y tratar de reconstruirse.
A través de viñetas y al estilo de un cuento para la infancia, la autora elige episodios de la vida de “Pollito” que representan momentos cotidianos lo suficientemente desgarradores para definirla: el empeño de su madre por embarazarse que la lleva a pactar con una bruja y perder sus dientes (una poderosa metáfora del sacrificio corporal que sugiere la maternidad), el abandono de su padre, el sexo entre de mamá y papá que se convierte en un monstruo; los juicios de su madre hacia su cuerpo, la primera menstruación, los juegos sexuales entre amigas, los senos, el primer beso, el hartazgo.
Micaela Gramajo resulta la directora ideal para el trabajo, no solamente
por su investigación en el lenguaje escénico contemporáneo que pone el acento
en el trabajo de las actrices y los actores en el espacio y sus acciones; también
porque es una creadora feminista que lucha, alza la voz, mira de frente a las
mujeres, sus derechos e identidad; lo interesante es la conjunción pues “Pollito”
no habla solamente a y de mujeres, aborda temas como la manipulación, la
herencia en las relaciones de familia y su configuración y lo poderoso de la presencia
masculina a través de la ausencia.
En el montaje, “Pollito” es interpretada por tres actrices (ignoro si en el texto está planteado de esta manera), lo que nos dice que la protagonista puede ser cualquiera de nosotras. A vistas las actrices y actores manipulan objetos, como estambres, un teatrino y enormes máscaras de vacas con las que construyen las escenas -estampas con aires poéticos- en los que “Pollito” es desplumada por su madre que oscila entre lo infantil y la crueldad y quien no duda en llamar a su hija fea y gorda (interpretada por una espléndida Gabriela Núñez) y su familia, quienes le han enseñado que el sacrificio y la sangre son el precio que debe pagar para no ser aceptada. El desarrollo escénico mantiene un ritmo ágil y la tensión dramática, casi en su totalidad, pues hacia el final (en la función que presencié), el momento en que “Pollito” busca romper con lo establecido de su mundo se diluye.
Otro de los elementos que juegan y dan
textura a la escena es el ambiente sonoro de Carlos
Matus, además
de incluir la grabación de voces, el elenco construye la atmósfera de las
acciones en vivo a través de un micrófono y un xilófono de botellas de vidrio.
La escenografía, la iluminación y el
vestuario de Natalia Sedano, configuran un espacio escénico al
estilo de una maqueta en la que los personajes representan el juego aprendido
por décadas en nuestra sociedad. Finalmente, no se pierda las ilustraciones de Lau Charles en
el programa de mano, una joven artista plástica que capta la esencia de la
trama; ahora que la menciono pienso que este es el acierto del trabajo: bajo la
mirada de la dirección cada una y uno sabe exactamente de qué está hablando en
la escena y caminan hacia el mismo sentido, aunque nos desplumen hasta la raíz.
“Pollito”
de Talia
Yael
Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del
Castillo Trejo 2019
Dirección: Micaela
Gramajo
Elenco: Armando
Comonfort, Judith Inda, Miguel Ángel López, Dulce Mariel, Carlos Matus,
Gabriela Núñez, Nara Pech, Ana Karen Pedraza y Alan Uribe Villaruel.
Teatro Helénico
Avenida Revolución 1500, Guadalupe
Inn.
Viernes 20 h; sábado 19 h y domingo 18
h, hasta el 27 de junio.
Localidades $155
Duración 100 minutos.
Adolescentes y adultos
Boletos www.helenico.gob.mx
Aforo 126 personas. El teatro cuenta
con medidas sanitarias para disfrutar la función.
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