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PARKOUR O UN MANUAL PARA CORRER EN LÍNEA RECTA

Por Carmen Zavaleta 

 

El otro día le pregunté al director Ricardo Rodríguez si la transmisión de las funciones de “Parkour o un manual para correr en línea recta” son en vivo, la respuesta fue sí; me lo pregunté por qué mientras la observaba era evidente que detrás de la proyección hay un trabajo sólido de creación, edición y sincronía, que nos permite adentrarnos a un universo profundamente humano en donde conviven el dolor, la pérdida, la frustración y el movimiento.


Fotografía: Foro Shakespeare.

 

El texto escrito por el chileno Eduardo Pavez Goye (Santiago de Chile, 1983), es una bofetada de las buenas: nos lleva frente a su protagonista, un vendedor de boletos de avión que ha pasado días bebiendo, encerrado en su casa, en decadencia; mientras él se sumerge en la no vida, afuera de su departamento un grupo de jóvenes practican Parkour, el deporte urbano que lleva a sus participantes al extremo, al correr de un punto a otro en línea recta de la manera más eficiente posible. 

 

“Parkour…” es poderosa, íntima, elocuente, su primer punto a favor es la obra escrita, de entrada, el dramaturgo plantea dos escenarios que conviven durante todo el relato de manera eficiente y generan tensión dramática: la inercia del protagonista hacia la muerte y la energía del exterior que lo rodea, opuestos de la existencia y un recordatorio de que, en medio de las peores crisis, el mundo sigue girando, sin importarle las penas. El resultado que logra el autor no es extraño dada su experiencia como dramaturgo, guionista y en el audiovisual, conoce y nos sumerge en los puntos de tensión y desahogo necesarios.

 

 

El protagonista es Hamlet Ramirez, quien realiza un trabajo actoral impecable y minucioso. Cincuenta minutos son suficientes para que el actor (sentado en un sillón con botella en mano y chanclas), construya el mundo de su personaje, un hombre fracasado que envidia a sus compañeros de universidad y que vive un amor en silencio. Cada frase que menciona es un principio de vida “No tengo nada que perder”, “nadie merece un gran final”, se trata de un trabajo profundamente emocional con un tránsito emotivo claro que va sumando entre la ira y la fragilidad. Hamlet nos obliga a empatizar con el protagonista quien, por cierto, no tiene nombre una gran metáfora de su circunstancia: él quien es, al mismo tiempo es nadie. 

 

El buen desempeño de Hamlet va de la mano de la dirección, es evidente que el actor y el director caminan por la misma ficción y conforman una mancuerna creativa en la que exploran y explotan sus herramientas interpretativas para bien. 

 

La producción es un acierto, el equipo traslada la acción viva a la pantalla, combinando varias cámaras con la superposición de videos de animaciones, espacios urbanos (como una oficina que refiere el trabajo del protagonista) y escenas de revueltas sociales que reflejan el caos interior del hombre; cada elemento propuesto en la transmisión alimenta el relato con texturas, pausas y discursos paralelos de un mundo en ebullición. Otro de los personajes fundamentales es la música electrónica que complementa los estados de ánimo del protagonista, su recorrido y la sonoridad de su dolor ante el abismo. 

 

El equipo está integrado por Natalia Sedano en el diseño de Vestuario, Escenografía e Iluminación; Miriam Romero en el Video, Yayo Villegas en las Música y Gabriela Catalán en la producción. 

 

Una cosa más, al reflexionar sobre la puesta, me es inevitable relacionarla con nuestros días: el encierro obligado o voluntario nos enfrenta  cara a cara con nuestras relaciones y pérdidas, tal vez estemos en casa en medio de la soledad en compañía de una planta y un televisor mientras el mundo gira con otras historias mucho más alegres y logradas que las nuestras; tal vez nuestras historias sean mucho más logradas y alegres que otras; el movimiento es inevitable y a veces deseamos que el nuestro sí sea un gran final. 

 

“Parkour o un manual para correr en línea recta” 

Presenta Foro Shakespeare&Cia.

Miércoles 20:30 horas

Hasta el 21 de octubre. 

Las localidades están disponibles en boletia.com y van de los $120 a los $180, Adolescentes y adultos. 

 


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