Entre la miopía y la distopía


LAS CHICAS DEL TRES Y MEDIA FLOPPIES
Por: Luis Santillán

Dentro de la programación virtual de Teatro La Capilla se presenta Las chicas del tres y media floppies de LEGOM bajo la dirección de Boris Schoemann. El texto es del 2005, posee los elementos que caracterizan la dramaturgia de LEGOM: diálogos dinámicos que contienen y propician la acción, la cimentación de espacio y tiempo mediante la palabra de los hablantes, construcción de personajes que se activa sobre el desarrollo de la línea anecdótica hasta alcanzar complejidad y profundidad, metáforas generadas desde los elementos del universo y por lo tanto están llenas del cotidiano, pero adquieren dimensiones cósmicas.



También tiene el humor ácido, recalcitrante, sarcástico que podría romper la conciencia de este mundo de cristal. En Las chicas… dos entidades van de una situación totalmente casual y absurdamente cotidiana hasta una que exhibe la barbarie del país, pero el tránsito entre situaciones se regodea en exponer las contradicciones de los personajes, mismas que están en el terreno que raya lo oligofrénico y se dispara a estados ontológicos.

La dramaturgia de LEGOM es muy exigente para la puesta en escena. La aparente libertad que contiene conlleva un trabajo creativo que debe ponerse a la altura del texto. Boris Schoemann conoce bien la pluma de LEGOM y de manera certera trabaja para hacer los ajustes necesarios y adecuar su propuesta para el formato en streaming. La puesta en escena se trabajó para ser presencial, más las actuales condiciones sirvieron de motivación para explorar posibilidades que generan una muy buena propuesta.

A partir de que la palabra contiene todos los elementos de caracteres, situaciones, espacios y acciones, el traslado hacia la propuesta en streaming no se siente impuesto; si bien la dramaturgia permite esa condición, la dirección de Schoemann apuesta a lo que el texto no tiene: la intervención del tiempo en lo vivo. Schoemann construye desde el trabajo actoral donde la entonación, las variaciones rítmicas, los matices, los ecos, construyen un universo sólido, emotivo y vinculante.

Carol Borkan y Andrea Méndez hacen un excelente trabajo, cada una lleva a los límites a su personaje, mantienen un certero equilibrio entre los apoyos tópicos de un conjunto socioeconómico, pero no caen en la caricaturización; exploran la gesticulación aprovechando que el encuadre permite apreciar las expresiones en detalle; mantienen la textura de lo cotidiano de manera constante y eso propicia que las repercusiones de sus acciones tengan mayor impacto. Entre ellas existe una complicidad que les rescata de los problemas técnicos que puede tener el formato.

Quizá la parte débil de la propuesta está en las acciones (que son pocas) donde se pretende crear la ilusión de que comparten un mismo espacio, también en la tarea escénica de “limpiar” por parte de Méndez.

La dirección de Schoemann pone en primer plano el texto, confía en él, a la par confía en las dos actrices y en conjunto se obtiene un grato resultado posicionándose como una muy buena opción en este formato streaming. Un extra es poder ver esta versión y luego analizarla cuando se presente en una temporada presencial.



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