LA LENGUA EN PEDAZOS
Realizado por: Carmen Zavaleta
17 marzo 2019

Una de las reflexiones que más me interesa es la de observar a cada puesta en escena como única e irrepetible en cada función, en el contexto en el que se da y la comunicación que logra con el espectador; en este sentido, una de las obras más enriquecedoras para mí ha sido  La lengua en pedazos de Juan Mayorga.

Fotografía otorgada por la Compañía Nacional de Teatro


La vi por vez primera en Madrid, en Semana Santa, una tarde después de caminar con la Procesión del Silencio. La función estaba a cargo de la Compañía La Loca de la casa, las actuaciones eran de Clara Sanchis y Pedro Miguel Martínez y la dirección del propio Mayorga. La experiencia fue brutal, no sólo por ser testigo de la dirección de Mayorga a su texto, también porque La lengua en pedazos es un ajuste de cuentas entre Santa Teresa y su Inquisidor.

Han pasado varios años desde aquel primer encuentro, ahora La lengua en pedazos llega a nuestros escenarios a cargo de la Compañía Nacional de Teatro con las actuaciones de Mariana Giménez y Rodrigo Vázquez y la dirección de Diego Álvarez Robledo, la experiencia es arrolladora.
La acción se desarrolla en el monasterio de San José mientras “Teresa” cocina un puchero; entre las cebollas y sus lágrimas, aparece “El inquisidor” quien cuestionará a la mujer su vida, su entrega a la religión, sus deseos, sus pasiones. 

Fotografía otorgada por la Compañía Nacional de Teatro


El texto de Mayorga es poético, complejo; a través de sus palabras nos adentra a la España del siglo XVI; en el encierro nos presenta a una mujer compleja, tenaz y obediente por convicción. Su compañero, el “Inquisidor” juega con el poder y busca debilitarla, descubriéndose  débil él mismo. 

Mariana Giménez y Rodrigo Vázquez encarnan a sus personajes con la médula, les inyectan sangre y los ponen frente a frente para medir su fuerza, su interpretación es exacta y bella; sus cuerpos y sus voces están al servicio de la puesta y son capaces de presentarnos dos protagonistas profundamente humanos tentados por el diablo y dios y llenos de luz, oscuridad y humor.

Fotografía otorgada por la Compañía Nacional de Teatro


Diego Álvarez Robledo (quien actualmente es uno de los directores más activos de la cartelera) capitaliza el talento, las herramientas y las disciplina de sus actores; apuesta por la riqueza de las palabras para que sean ellas quienes ocupen su lugar e integra la música en vivo de Edwin Tovar, quien crea un tercer personaje en la escena, cada  melodía plantea atmósferas específicas que son alimentadas con un coro femenino en vivo y el diseño de iluminación de Patricia Gutiérrez. Todos los elementos de conforman un montaje sólido que corresponde a las exigencias del texto.

La lengua en pedazos es una obra compleja, aconsejo asistir dispuesto a poner toda la atención en la escena; lo que ahí se escucha es una voz rebelde atrapada por el amor y eso es una de las cosas más deliciosas sobre la escena. 


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