ÍTACA
Bitácora de un viaje
Unos minutos antes estoy en el lobby del Teatro Orientación esperando que inicie la función. Leo
el programa de mano y cuando levanto la vista me encuentro con las cuatro actrices
de la puesta en escena quienes preguntan a algunos de los asistentes si quieren
participar en el montaje; un hombre acepta, otro no, ellas continúan buscando
compañeros, porque el viaje ya empezó.
Nos reunimos en la sala, se escucha el sonido repetitivo
de un tren, para esas alturas entre los espectadores hay quienes participan
como jurado y tienen la dura tarea de decidir cuál de los cuatro monólogos que
conforman la puesta será el único que terminará su presentación.
Fotografías: @Tonycandil
En el escenario se adivinan las siluetas de cajas
colgando y poleas, piezas de un rompecabezas dramático en el que cada una de
las protagonistas presentarán historias de su familia, relatos de migrantes que
llegaron a buen puerto. El texto es “Ítaca, bitácora de viaje”, escrita
y dirigida por Saúl Enríquez y
producida por Área 51 Foro Teatral y
Tres Colectivo Escénico a través del programa México en Escena, su estreno fue en
enero del 2017 en Xalapa, Veracruz e inicia el año en nuestra ciudad.
Ítaca…
reúne a las creadoras de Xalapa Karina Eguía, Ana Lucía Ramírez, Karina Meneses, Daniela Abella y
Patricia Estrada y
al director Saúl Enríquez quien
es originario de Cardél, Veracruz,
se formó en la CDMX y desde el 2007 emigró a Cancún fundando Nunca Merlot Teatro. Revisando su trayectoria que el
grupo nos presente este montaje es lógico, algunos de sus integrantes son
migrantes (como la mayoría somos o hemos sido en este país), parten de sus
testimonios, de los caminos que los han llevado a buscar mejores condiciones de
vida y que también los han llevado a explorar distintos lenguajes escénicos.
La estructura es la siguiente al inicio de la
función cada una de las actrices se presenta y nos proponen la dinámica por
turnos expondrán sus relatos protagonizados por sus antepasados, las historias
se desarrollan en Alemania durante la posguerra, a Xalapa durante el
Franquismo, en Oklahoma en los años ochenta y a un rancho
de México en 1950.
Dramatúrgicamente el hilo conductor es el viaje,
casi no importa a dónde se llegue, lo valioso es enfrentar los miedos,
descubrirse en el camino y tomar la ruta. En el texto el punto de partida es Ítaca del escritor griego Constantinos Cavafis,
lo que para mí es un acierto, las actrices saben de lo que hablan y hacen
propias las líneas de un poema al que es difícil resistirse (Cuando
emprendas el viaje hacia Itaca,
ruega que tu camino sea largo y rico en aventuras y descubrimientos. No
temas a lestrigones, a cíclopes o al fiero Poseidón; no los
encontrarás en tu camino si mantienes en alto tu ideal, si tu cuerpo y alma se
conservan puros….),
y de ahí para adelante, la propuesta fusiona el fondo y la forma acertadamente.
En un tono ligero y cotidiano cada una de las historias de descubre poco a
poco, nos saben a familia; el pasado, el traslado y los avatares de la búsqueda
de un lugar mejor son las piezas del juego.
El dispositivo escénico está formado por cajas de
madera de diversos tamaños que cuelgan de cuerdas, entre ellas se mezclan una
silla de montar, una que otra foto y algunas cartas. La escenografía de color
crudo es un mapa donde cada uno de los objetos se significa con las acciones
que crean las microficciones.
Pero no termina ahí una vez que nos han introducido
a su universo, viene la parte difícil, ya les he mencionado que -a la
indicación de las actrices- el jurado debe decidir qué historia se descalifica
hasta que solamente quede un relato, el formato funciona, la prueba ineludible
es la reacción de los espectadores. En la función a la que asistí el público se
involucró casi de inmediato, opinando sobre lo que querían o no querían ver,
incluso uno de los asistentes dijo que no le gustaba la obra a lo que la actriz
que en ese momento se encontraba en su monólogo respondió “se va a poner bueno”,
en una clara muestra de que cada una de ellas está escuchando a sus compañeros
de viaje sobre y debajo del escenario.
Fotografías: @Tonycandil
Del desempeño actoral comento que he tenido la
oportunidad de conocer a Patricia Estrada y
Karina Meneses en trabajos anteriores y me
sorprendieron y siempre que un actor te sorprenda es un regalo. Patricia fue construyendo gradualmente el
personaje de su padre, un hombre emotivo atrapado en la disyuntiva de viajar a
Estados Unidos para un mejor futuro o permanecer junto a su familia en los años
ochenta. Karina (quien alterna funciones con Ana Lucía Ramírez) interpreta al entrañable niño
“Aurelio”, que en 1950, vive en un ranchito, quiere ir a Xalapa y aprende
a escribir con una brigada de alfabetización realizada por gringos, su
caracterización es a partir del trabajo corporal y la voz. La energía de ambas
en la escena termina por matizar y dimensionar a sus personajes.
Celebro que con Ítaca, Bitácora de un viaje podamos
nuevamente ver el trabajo del equipo de Área 51,
quienes se integraron en el 2013 en Xalapa, Veracruz por La Talacha Teatro y Tres Colectivo Escénico colaborando
en el foro y en producciones como “Hikari”,
“Fractales” y “Las chicas del Carrer Notariat 10”,
constantemente imparten talleres y realizan el Festival de Unipersonales anual
(que este año llegará a su quinta emisión), un grupo acompañados del trabajo.
“Ítaca, Bitácora de un viaje”
escrita y dirigida por Saúl Enríquez,
con Karina Eguía, Ana Lucía Ramírez/Karina
Meneses, Daniela Abella y Patricia Estrada. La producción ejecutiva es de Yoruba Romero, el Diseño sonoro de Enriqueta Cerda, el Vestuario de Karina Eguía y Diseño de Iluminación Maribel Gómez Amezcua.
Realizado por Carmen Zavaleta
27 de enero de 2019
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