La obra tiene prestigio

EL CORO 

-…Estamos a punto de iniciar la función, pero antes necesitamos 15 voluntarios de este lado…

Ahí estábamos, era una noche cualquiera afuera del Teatro Benito Juárez cuando escuchamos las palabras que tuvieron una respuesta inmediata: una veintena de espectadores (los más jóvenes, por cierto), brincaron el pasamanos de las escaleras que dan acceso al inmueble para ser esos voluntarios que la obra requería. Francamente, con su llamado, la producción se equivocó, los que levantaron la mano no eran los únicos interesados en participar, en realidad todo el público de esa noche estábamos dispuestos a formar parte de la reunión, ¿la puesta en escena?: El Coro de TribuTeatro.

Fotografía cortesía de la producción

Y es que a su corta edad la obra tiene prestigio: fue ganadora del Festival Internacional de Teatro Universitario en la Categoría C1, Montajes estudiantiles dirigidos por estudiantes, se presentó en la Muestra de Teatro de la Ciudad de México 2017 y este año obtuvo el primer lugar del First Cairo International Gathering for University Theatre, créanme cuando uno ve el montaje se explica el porqué de los reconocimientos.

El punto de partida de la trama es la crisis que enfrenta una  tribu que pierde a su líder y se ve obligada a cambiar su forma de gobierno. El  hecho pone en entredicho sus tradiciones y enfrasca a sus miembros en una lucha de poder. Con este material la Compañía TribuTeatro construye una pieza escénica caracterizada por el trabajo corporal.

TribuTeatro, es un grupo integrado por actores recién egresados del Centro Universitario de Teatro y quienes pertenecen a distintas generaciones de la institución. A pesar de que Romanni Villicaña tiene el crédito de la dirección, sobre la escena se ve un trabajo construido en conjunto (la creación es colectiva), y que pone el acento en el ritual, ese conjunto de reglas establecidas para la ceremonia que se repite una y otra vez y nos relata las acciones de personajes extraordinarios.

Fotografía cortesía de la producción

Me atrevo a decir que, aún si desconociéramos que los actores son recién egresados, su trabajo los delataría. En escena vemos cuerpos entrenados, intérpretes dando el mil por ciento, actores y actrices que se escuchan, se observan a los ojos, exploran sus posibilidades interpretativas y  vocales (porque aquí no hay palabras), que  están presentes todo el tiempo, que llenan el espacio con su energía y nos obligan a verlos. Ese es -precisamente- el sello de muchas compañías jóvenes que son el resultado de la misma formación académica; incluso en la estructura de la puesta se pueden reconocer cuadros y acciones permeadas de dinámicas actorales que tienen como objetivo la comunicación con el otro y la atención; estas funcionan tan bien que terminan por involucrar a los espectadores quienes entran al juego y la convención a través de secuencias de palmadas, melodías o cuadros al estilo de la danza maori.

El elenco está integrado por María del Rosario Sandoval Kemp, Xóchitl Franco, Romanni Villicaña, Ariana Candela Michel, Oscar Serrano, Elías Toscano, María del Mar Nader, Riloba, Daniela Luque, José Covián y Javier Morales Villasana.  En el equipo artístico se encuentran Ariana Candela como asistente de dirección y musicalización, María Vergara en diseño de iluminación y vestuario, Camilo Beristain en escenofonía, Romanni Villicaña en musicalización e Iván Caldera en la producción ejecutiva; juntos han logrado un trabajo sólido, será interesante seguirles la pista en el desarrollo de sus carreras de manera individual ( cuatro de los actores ya forman parte de la Compañía Nacional de Teatro), por ahora su carta de presentación es potente y vale una de nuestras noches en la sala teatral. Las funciones son el Teatro Benito Juárez, una cosa más les recomiendo sentarse en las sillas que se encuentran a los costados sobre el escenario para no perder los detalles del relato. 

Realizado por Carmen Zavaleta 
9 de noviembre de 2018

Fotografía cortesía de la producción

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