Una carta a un cuerpo

NEDERLANDS DANS THEATER

Querido cuerpo, esa noche estuve pensando mucho en tI, en ti que siempre me acompañas a donde voy, me llevas y me traes casi sin chistar. Esa noche en el teatro cuando las luces se apagaron, más que nunca estuve consiente de tu compañía y tus posibilidades de expresión y movimientos. 

Y es que me acompañaste a ver Nederlands Dans Theater, nosotros junto con otros cuerpos nos dimos cita en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris para presenciar a la Compañía de Danza de los Países Bajos creada en 1959,  una ocasión especial: se trataba de una de las principales compañías de danza contemporánea bajo la guía artística del coreógrafo Paul Lightfoot.

Fotografía: © Rahi Rezvani

El programa se conformó de tres coreografías: Wir Sagen Uns Dunkles del coreógrafo Marco Goecke; Sad case por Sol León y Paul Lightfoot y Cacti por Alexander Ekman. La música de Franz Schubert, Placebo, Pérez Prado, Los Panchos, Alberto Domínguez, Ray Barretto, Agustín Lara y Alfred Schnittke, fue el pivote para que la Compañía llenara con su rebeldía el escenario. 

Y allí estaban mezclando estilos musicales, sonidos e identidades, 16 bailarines que interpretaron cada nota musical, la hicieron propia; lo sorprendente es que se trataba de cuerpos que además de dejar ver años de disciplina y trabajo (claro, una condición obligatoria), conformaban un conjunto  integrado por individualidades. Cada  artista se movía desde su propia identidad con un sólo objetivo: estar. Estoy segura que no buscaban generar emociones en los espectadores, sino tender puentes de comunicación, lo demás, las sensaciones, las emociones e incluso las anécdotas eran responsabilidad de cada uno y cómo las recibíamos.

Fotografía: © Rahi Rezvani

El trabajo de los bailarines, asombraba, la constante era la contradicción; desde la selección musical hasta la sutileza de los movimientos con una fuerza que no dejaba tregua; las preguntas eran constantes: ¿cuántas posibilidades tiene el cuerpo?, ¿cómo se habita?, ¿cómo respira?, ¿cómo habita el espacio?, ¿por qué es capaz de conmover cuándo lo único que hace es estar?, tal vez la repuesta constante es la energía y la claridad. 

Aquí quiero comentarte de la última coreografía Cacti de Alexander Ekman, capaz de abrir ante nuestros ojos diversos universos utilizando 16 cajones de madera. Cuando los vi en la escena y los cuerpos salieron detrás de ellos, por segundos pensé en el Monumento al Holocausto en Berlín (¿te acuerdas?, el que fue diseñado por el arquitecto estadounidense Peter Eisenman), construido con losas de hormigón de distintos tamaños en un terreno inclinado, pasé de la barbarie, al homenaje y no es que ellos quisieran hablar sobre esos temas, era yo construyendo a partir de lo que ellos me daban. Volví a observar la escena y lo que vi fue a un grupo de nadadores incansables, que por medio del movimiento establecían relaciones, creaban una comunidad donde cada uno tenía su lugar y su personalidad, vida, humor,  energía.

Querido cuerpo, estoy segura que esta experiencia se quedará mucho tiempo en nuestra memoria, yo me seguiré preguntando cuántas cartas te podemos escribir porque tus posibilidades de expresión son infinitas. 



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