La corrupción de un periodismo que enaltece o destruye

A OCHO COLUMNAS

La noche de la función, el público exclamaba, reía, se asombraba, esa noche estábamos viviendo un teatro vital, divertido y perversamente cercano, de esos teatros que merecen ser noticia, A ocho columnas de Salvador Novo y bajo la dirección de Fernando Bonilla.

Y es que Bonilla le dio al clavo eligiendo este texto. Salvador Novo estrenó A ocho columnas en 1954, en la anécdota el dramaturgo plasmó a Carlos Denegri, columnista político del Excélsior, quien era conocido por poner precio a su voz y a su silencio.  A ocho columnas es ese relato: la corrupción de un periodismo que enaltece o destruye reputaciones, siempre jugando a su favor y al del poder en turno.



En la anécdota un joven reportero que trabaja en el periódico El Mundo espera con ansias su gran oportunidad: la publicación de su primer reportaje firmado, para lograrlo tendrá que enfrentarse a la calumnia. A más de cincuenta años de su estreno, A ocho columnas es un relato vivo. 

La puesta es presentada por Teatro INBA, Clavo Torcido y Próspero Mx; el montaje recrea la ante sala de la dirección de un periódico de los años cincuenta, sillones, escritores, teléfonos, la máquina de escribir, los diarios, los ceniceros, los vasos, la gama de colores , todos los elementos son correctos, construyen ese mundo, en donde veremos el universo de los personajes y en el que hasta podremos adivinar sus olores: a cuero, a madera y a tintas acompañadas del sonido de las prensas. 



En este espacio Bonilla y sus actores construyen personajes de la época, el jefe de redacción manipulador, hombre de mundo, seguro de sí mismo, seductor; la periodista de sociales  delicada damita que es una fiera; el diputado que casi ni sabe de lo que habla, el galán ambicioso y conquistador, la secretaria que cuida a su mamá y necesita el trabajo, y el joven soñador enamorado, cada uno es una estampa precisa de nuestra ciudad. Sus vestuarios, movimientos y acciones (fumar, caminar en tacones o el beso romántico del amor casi imposible) son precisos y representan a la perfección a esos seres de ficción que se antojan muy cercanos; además de lo exterior entre ellos se entretejen relaciones lógicas que nos representan a una sociedad que hemos conocido bien, será porque junto con el equipo la dirección creó una estética y un tono hermanado hasta las cachas con el cine nacional, y a quien, díganme ustedes, no disfruta viendo a ese México de antaño que nos alimenta hoy.



Cada vez que veo un trabajo de Fernando Bonilla confirmo que es un director que está encontrando su propio lenguaje y que va madurando. Sus últimos trabajos Algo en Fuenteovejuna y A ocho columnas son una buena prueba de que  le funciona acercarse a los clásicos y adaptarlos, tiene ojo para lograrlo.

El elenco está integrado por Luis Miguel Lombana, Sophie Alexander Katz, Alondra Hidalgo, Pedro de Tavira Egurrola, Jerónimo Best quien alterna funciones con José Carriedo y Alnoldo Picazzo. Vestuario de Estela Fagoaga, Música y diseño sonoro de Leonardo Soqui, Escenografía Elizabeth Álvarez, Iluminación Tenzing Ortega y los maquillajes y peinados de Maricela Estrada, la producción es de Blanca Loria y Clavo Torcido.

Esta tarde A ocho columnas termina temporada en el Teatro Orientación, ojalá la veamos en otros foros.

Realizado por Carmen Zavaleta 
23 de septiembre de 2018


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