Entre la ira y el hartazgo

No soy lo que soy. Cantata parateatral sobre la envidia

Roberto Eslava es especialista en observar el mundo y no lo mira desde un solo ángulo, sus trincheras son las relaciones públicas, la música, la conducción, la actuación y la dirección. Roberto explora diversos escenarios y lenguajes y en su reciente puesta en escena como director “No soy lo que soy” lo vuelve a hacer.

“No soy lo que soy” es una cantata parateatral sobre la envidia, una composición musical y espacial a varias voces donde los protagonistas son un grupo de actores lejos del éxito y el brillo de los reflectores.


Fotografía: Eder Zárate

La obra realizó una temporada en el Teatro El Milagro en el 2017 y actualmente se presenta en el sótano del Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque. Me parece importante revisitar las puestas en escena que cambian de espacios, considerando que el teatro es un hecho vivo y que cada función a la que asistamos es – o debería ser- una ocasión única donde se entrelazan circunstancias internas y externas que condicionan nuestra experiencia como espectadores: el cuerpo actoral, las características físicas del lugar, nuestras propias condiciones como espectadores (físicas y emocionales), que nos disponen o no a compartir el hecho teatral.

Así que revisité “No soy lo que soy” y (re) descubrí varias cosas: la obra es una apuesta por la composición dramática a partir del espacio; en el espacio descubrimos a personajes entre la ira y el hartazgo con diversas opiniones sobre la envidia; la envidia cansa y mucho.
La dramaturgia es de Roberto Eslava y está escrita a partir de textos de William Shakespeare, John Milton y Lord Byron. El autor expone el enfrentamiento entre seres humanos a partir de las carencias y el deseo frustrado; no hace preguntas, no nos da respuestas.

Para entrar en sus terrenos, los espectadores nos damos cita en lobby del teatro, el anfitrión Medín Villatoro nos guía al sótano del recinto. Desde el primer momento se establece el contacto directo con el público y se mantiene durante la función.

Fotografía: Eder Zárate

El elenco integrado por Villatoro, Irene Repeto, Jaklyn Michelle Bejarano Castro y Luis Ernesto Verdín construyen sus personajes a partir de lo corporal y las acrobacias. Del conjunto vale decir que Irene Repeto explora matices que pasan por la seducción, el juego y la fragilidad, tiene el mejor desempeño. El resto de los actores trabajan en una sola línea emotiva, no vendrían mal matices que nos permitan reconocer personajes vulnerables, arrasados por sus deseos y no sólo por la ira.

La dirección apuesta por habitar el espacio en su totalidad aprovecha la profundidad del lugar, las puertas de descarga y maderas de escenografías almacenadas.

Los elementos que se encuentran en el sótano, la propia arquitectura del lugar, el escenario y los pasillos del teatro dotan a la puesta de texturas, temperaturas y olores que la dirección integra acertadamente; por ejemplo, la corriente de aire que se cuela desde el fondo y nos recuerda el mundo exterior al que no tiene acceso los personajes.

La música original en vivo a cargo de Mauricio Delgadillo; el diseño de Iluminación es de Aarón Mariscales y el vestuario de Diana Muñoz, terminan por acompaña acertadamente a los actores. Vaya un reconocimiento a la planta técnica del Teatro Julio Castillo por el montaje y el acondicionamiento del espacio. Roberto Eslava reúne los puntos de vista del equipo en un momento escénico. Las funciones son lunes y martes hasta el 10 de julio.

Realizado por Carmen Zavaleta




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