En medio de la destrucción

No me reconozco


Hace unos días leí en la revista Levadura el texto de Vidal Medina sobre la resistencia de los artistas (http://revistalevadura.mx/2018/04/20/artista-en-resistencia), son muchas las ideas y experiencias sobre la sobrevivencia en el mundo teatral con las que nos podemos identificar; quiero retomar una fundamental: “uno puede resistir en algo y ser perseverante a través del tiempo únicamente por amor”. Sí, por más ideal que suene el hecho teatral requiere entrega incondicional y libertad, asuntos íntimamente ligados al amor y sus motores.

Y son estos motores los que impulsan a los creadores para abrir espacios que suponen un trabajo descomunal de organización y gestión; esfuerzos que nos han revelado la necesidad de reflexionar -en diversos foros- sobre temas como la obtención de recursos y la identidad legal.

Uno de estos espacios es Juana Cata, ubicado en la Colonia Tabacalera y que abrió sus puertas desde hace año y medio.  En sus instalaciones se pueden realizar talleres y coworking, actividades que dotan al lugar con una vocación por generar comunidad desarrollando proyectos conjuntos de profesionales independientes.

Desde el pasado diciembre Juana Cata también es teatro.  El lugar cuenta con un salón que hace las veces de foro, hasta hoy su cartelera ofrece puestas en escena para todo público de martes a domingo ¡muy bien!; por cierto, en el mismo espacio se transmite Locura Teatral, espacio dedicado a la difusión de las artes escénicas a cargo de Rodrigo Verástegui, entusiasta director, dramaturgo y conductor parte fundamental de Juana Cata.
Como parte de su trabajo escénico Rodrigo está presentando la “Trilogía apocalíptica” compuesta por las obras “No me reconozco” actualmente en cartelera con funciones los martes, “Seré” que se presenta los miércoles y “Dos mundos” que se estrenará en julio, todas, por supuesto en Juana Cata.

No me reconozco” escrita y dirigida por Verástegui es un monólogo protagonizado por Marina Vera. El relato es la reflexión de una modelo en un mundo dantesco. Una mujer que llegó a gozar de fama y fortuna se encuentra en medio de la destrucción, ahí valora el sitio que ocupó su familia en su vida.

Fotografía otorgada por Rodrigo Verástegui

El trabajo parte del director y la actriz. La acción se desarrolla en el salón acotado por una pared en donde está dibujado un mapa de la vida de la protagonista, sus caminos y la gente importante en su existencia. Marina Vera está haciendo un buen trabajo interpretativo; la actriz aprovecha sus herramientas: la voz y el cuerpo; el lugar es pequeño y ella sabe modular su energía para establecer el contacto con los espectadores.

Me llama la atención que el texto de Verástegui no nos ofrece soluciones, ni orígenes; por razones que no conocemos el mundo está en medio de la Tercera Guerra Mundial (algo así como nuestros días) y los seres humanos se alimentan de píldoras. La historia tiene un toque de ciencia ficción, el mundo en decadencia que propone el director recuerda a la película “Cuando el Destino nos Alcance” y las galletas Soylent Green (1973) con las que se alimentaban los neoyorkinos.

La dramaturgia resuelve y da la información completa de la protagonista, no vendría mal un poco de misterio para dejar descubrir al espectador quién es esa mujer y por qué llegó hasta el punto en que no se reconoce.

 “No me reconozco” es una prueba de la entrega incondicional y la libertad que impulsan el trabajo y la búsqueda de nuevos espacios para el teatro en nuestra ciudad.

Realizado por Carmen Zavaleta 


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