Una puesta en escena brutal que atraviesa, que convoca, que nos identifica

Nada
“Pierre Anthon dejó la escuela el día que descubrió que no merecía la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido. Los demás nos quedamos” con estas palabras la escritora danesa Janne Teller abre una puerta al abismo. Teller es la autora de la novela Nada (editada en el 2011 por Seix Barral Biblioteca furtiva), un poderoso relato sobre la insatisfacción y el vacío, a través de los ojos de un grupo de adolescentes que quitan el aliento. Para nuestra fortuna, la historia fue considerada por la directora Mariana Giménez para llevarla al teatro; su cómplice Bárbara Perrín Rivemar, realizó la adaptación, juntas lograron una puesta en escena brutal que atraviesa, que convoca, que nos identifica y posibilita el hecho teatral. Nada narra la reunión de un grupo de adolescentes que buscan y pierden todo. Sus encuentros los llevan a retar a la autoridad de los adultos, la muerte, el sufrimiento, el desprendimiento, cuestionan el valor de sus propios cuerpos y su existencia; y cuando pareciera que no existe más, dan una vuelta de tuerca y ponen sobre la mesa la crítica: ¿cuántas veces validamos el error y le ponemos precio?, pagamos por él lo que sea. Con su adaptación Bárbara Perrín Rivemar nos acerca al texto, palabra por palabra la situación está entendida por la directora Giménez quien convocó a Nick Angiuly, Lila Avilés, Pablo Marón, Andrea Riera, Lucía Uribe y Leonardo Zamudio para encarnar a los personajes. La puesta se presenta en una segunda temporada en el Teatro Santa Catarina, sitio ideal. La acción se desarrolla con el escenario vacío, un lugar lleno de nada que poco a poco se carga de significado con las acciones de los personajes y que se vuelve incómodo ante la honestidad. Los actores se despliegan marchan, caminan y forman cuadros con un trabajo corporal preciso y que deja adivinar la mano de la directora, una actriz que conoce su oficio. La composición plástica y dramática caminan de la mano sin problema y se entiende por qué: el buen trabajo interpretativo se conjuga con la escenografía e iluminación de Patricia Gutiérrez, creadora con un trabajo sensible que encuentra el punto exacto entre la arquitectura y la iluminación construyendo lugares imaginarios cargados de verdad. El diseño y realización del vestuario son de Carlos Brown y el diseño sonoro de José Miguel Delgado, gran equipo. Sin duda los integrantes de Nada decidieron saltar al vacío, arriesgarse juntos ¿y saben qué?, ganaron. Realizado por Carmen Zavaleta

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