Las consecuencias de lo políticamente correcto

Solsticio de invierno


Ana Graham es una mujer de teatro, completa, propositiva. Desde 1999 se dio a la tarea de construir Por Piedad Teatro, sí construir porque una compañía se funda y se edifica. Entre Nueva York y la Ciudad de México (sin olvidar las ciudades del extranjero en donde se ha presentado), Por Piedad Teatro llegó a la mayoría de edad ¡bravo!, no es poco el esfuerzo que implica.

Desde su primer montaje (Interiores, dirigido por Martín Acosta, 1999) la agrupación ha apostado por la dramaturgia contemporánea logrando -por lo general- que el texto sea su aliado. Fue el año pasado cuando Por Piedad trajo a México Solsticio de invierno montaje en el que Graham se desempeña como directora y actriz, al lado de Antonio Vega.

Este solsticio tiene un buen punto de arranque, su autor. Escrita por el alemán Roland Schimmelpfennig, la obra aborda la relación de una pareja y los efectos que las buenas costumbres tienen en ella.

Foto Fabian Cruz


En la víspera de Navidad la familia formada por Bettina, Albert y su hija Marie, son visitados por Corina, la madre de Bettina. Esa misma noche llega Rudolph a quien Corina conoció en el tren unas horas antes. El encuentro cuestionará las relaciones entre los personajes y las consecuencias de lo políticamente correcto. Dicho así, no dice nada, pero a través del texto la pluma de Schimmelpfennig trasluce una sutil crítica a la sociedad y sus pretensiones, una de las características del autor, quien frecuentemente nos hace reflexionar sobre movimientos sociales y políticos a través de escenarios cotidianos, basta con recordar El dragón dorado que se desarrollaba al interior de un restaurante asiático en donde un dolor de muela era el vehículo para exponer la inmigración y la identidad; por cierto El dragón también fue montado por Por Piedad Teatro.

En esta ocasión la dramaturgia vuelva a estar sobre la identidad y gradualmente desentraña las ambiciones y frustraciones de sus protagonistas quienes se insertan en un mundo perfecto donde cuestionar o fallar no son opciones. A mi manera de ver el texto es largo, pero Graham lo aborda adecuadamente desde el riesgo. La escenografía es una caja a manera de maqueta que hace las veces de edificio y calle. El recurso está bien empleado por la actriz y el actor, uno de los momentos más disfrutables se logra cuando vemos aparecer una avenida vertical en donde se desliza el coche de los protagonistas.


Foto Fabian Cruz

Los personajes son representados con muñecos a escala manipulados por Graham y Vega. Los maniquíes de madera cobran vida con movimientos y voces presentando una doble metáfora: dentro de la ficción son la imagen de una sociedad que se ve obligada a moverse a pesar de su constitución; dentro del escenario son el juego que requiere el teatro para existir.

La representación con los muñecos se combina con los actores, lo que permite que sus acciones se signifiquen, por ejemplo, Antonio Vega como Albert, se refugia en el baño de la casa para cuestionar su vida en el hogar mientras se cambia los calcetines en un afán de sanar las heridas provocadas por los pasos que da.

Por Piedad Teatro ya prepara sus próximos trabajos, entre ellos está proyectado retomar Los Baños, aquella espléndida puesta que se presentó en los sanitarios del Teatro El Granero, ¡la esperamos! Por ahora acompañémoslos en Solsticio de invierno.

Realizado por Carmen Zavaleta

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