El tiempo, la existencia y la creación de la cultura


La Huida de Quetzalcóatl


Francamente me sorprende la capacidad que tiene Mónica Raya para construir el espacio escénico; la arquitecta y diseñadora se adentra y convierte el hecho teatral en un catálogo de estampas precisas que crean atmósferas, su más reciente trabajo La Huida de Quetzalcóatl lo confirma.

Presentada con el apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras, la Facultad de Arquitectura y CulturaUNAM, a través de la Dirección de Teatro el montaje es una postal donde los protagonistas son el espacio, el diseño, el vestuario y la luz, integrantes de una mecánica teatral que revisitan la obra escrita por Miguel León- Portilla.

No es un trabajo fácil, se trata de la única obra dramatizada del escritor y filósofo y se refiere al mito que rodea la desaparición de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, sacerdote y gobernante de Tula, a quien se recuerda como el gran protector, gestor y desarrollador de las artes, un guía espiritual y cultural.

Raya convocó a ocho actores, y cinco danzantes y acróbatas que representan los días anteriores a La Huida de Quetzalcóatl. La reflexión se centra en el tiempo, la existencia y la creación de la cultura; temas que requieren del espectador atención y que junto con el desempeño actoral conviven con la plástica escénica que es el punto central.



Los protagonistas ponen todas sus herramientas al servicio del montaje trabajan con el cuerpo y la voz y habitan sus vestuarios. Gastón Yanes como Quetzalcóatl y de Muriel Ricard como Quetzalpétatl son presencias que se agradecen, abordan sus diálogos naturalmente y acercan el discurso (que no es sencillo) a los espectadores. El texto requiere más de una visita para entenderlo cabalmente.

Cosa aparte es el dispositivo escénico, a través de la escenografía digital, la iluminación, las intervenciones musicales y un universo sonoro (estos últimos a cargo de Rodrigo Castillo Filomarino), se crea un mosaico de códices que sorprenden en los primeros momentos después  establecen una complejidad técnica que no decae, a la creadora no se le podría pedir menos.



Observando la obra recordé la puesta de La Malinche de Víctor Hugo Rascón Banda que en 1998 dirigiera Johann Kresnik con la Compañía Nacional de Teatro, fue curioso porque no recordaba -conscientemente- que aquella escenografía y vestuario también eran de Mónica Raya: el montaje levantó ámpulas, creó polémica y nos enfrentó a un sistema de producción muy distinto al que se conocía entonces, además de cuestionar nuestra realidad nacional, a mi manera de ver, La Malinche fue  un acierto de la entonces Compañía Nacional de Teatro.  

Con su más reciente trabajo el riesgo no es como en aquellos días, pero es evidente que su trabajo ha sido consecuente y está sustentado por la investigación. En la Huida de Quetzalcóatl el protagonista es el dispositivo escénico y su rigor estético, seguramente recibirá reconocimientos por ello, los va a merecer.



Realizado por Carmen Zavaleta.



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